domingo, 31 de mayo de 2015

DIARIO DE CAMPO FINAL.


Era mi primer día caminando por las calles de la epifanía. Me comprometí a cumplir mi  labor de maestro, pero las señales que le daba a mis soldados no eran del todo claras. Lo único que queríamos era que todos estuvieran bien. Que no le hicieran daño al prójimo, que mantuvieran la calma en cualquier tipo de situación social compleja.
Fue por eso que me reclutaron. Esa fue la única razón por la cual acepté el trabajo. Pero hubo un problema grave en el laberinto que nos llevaba hacia la sanación de la nave. Fue por eso que tuvimos que estancarnos en ese planeta tan deteriorado y mal forme al que llamaban Zardú. La realidad comenzó a volverse compleja y todos aquellos genios que ahora trabajaban en pro de la liberación del oprimido, comenzaron a escribir elogios a la depresión.

Imagínense ustedes a un pelotón de científicos e investigadores, tratando de sobrevivir en un planeta extraño. Siempre resultarían sacándose en cara todos sus títulos antes de intentar sobrevivir a un ataque de seres nativos. No se enfocan en mantener los sentidos atentos a cualquier tipo de vibración entre las hojas que nos rodean. (Sigue leyendo Aquí

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