Borrachera, miedo, locura. Pánico a volverse adicto, a que
te quede gustando, a anhelar el terror de abrir los ojos de otro modo. Olvidar al otro que
solías ser, el que importa, el que dejaste para poder entender desde otra
perspectiva.
Te perdiste, no estabas preparado para tanta adrenalina y te
convertiste en el idiota del pueblo, en el demente, en el bruto. Olvidaste lo
importante, salir pronto de ahí, para regresar, a tu mundo el que te parió, el
de la sobriedad. El que ahora no te ve con buenos ojos, al que te castiga por
haber ido allá. Los que habitan ese lugar, nunca entendieron que lo hacías por
ellos, que te fuiste porque necesitabas cambiar lo que estaba mal. Ahora te
juzgan. Si tuvieran que votar para
elegir entre rescatarte o abandonarte, no dudarían un segundo en dejarte
sometido a la esclavitud a la que ahora
estás sometido. Argumentan que eres uno más, otro que no siguió el camino
correcto. No ven la luz en tus ojos. No Entienden que si te abandonan estarás
perdido. Ellos ven la locura como algo antinatural. Son ellos los que ahora te
arrollan con sus automóviles. Los que antes querían que te subieras, ahora al sentir el
golpe lo que hacen es mirar con desprecio hacia atrás.
Aún si algún buen emisario luchara por ti, si consiguiera
persuadirlos de que lo hiciste por una buena causa. Que traes algo nuevo, las
soluciones a su mundo de hipocresía. Si te dieran una segunda oportunidad, no
sería fácil; la mayoría exigiría garantías, tendrías que jurar que estás
limpio, aún después de todo lo que hiciste por esos hijos de perra. No soportan
que donde habitaste no existiera el afán. Desconfían, necesitan de la agitación para
vivir, de la puntualidad, de horarios. Lo peor, después de tanto desprecio y humillación,
debes mirarlos como si les debieras la vida. Ya nunca podrás ser nada más, pues
siempre llevarás la cicatriz del rehabilitado.
Deberías pensarlo mejor antes de seguir extrañando semejante
lugar. Sería mejor que te quedaras, pues aquí al menos puedes llegar a ser rey.
Sí, el rey de la borrachera. El maestro
del circo. Y es que ahora puede que te veas como un estúpido, pero las cosas
pueden cambiar. Lo primero que debes hacer es dejar de pretender volver a ese
mundo cuadriculado.
Aquí hay quienes necesitan de ti. Que te fortalecen y te
entiende, pero necesitan de un ancla. La órbita enloquecida de este mundo, ha
desestabilizado el planeta. No hay manera de mantenerlo durante mucho tiempo a
menos que una persona como tú, pretenda ir más allá. Hacer el papel de Atlas, pero ebrio. Ningún otro quiere comprometerse, porque sabe
que va a caer. No importa, la era de la complacencia ha terminado.
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